viernes, 4 de mayo de 2007

Loche-Bariloche




Suiza, digo, Bariloche. 4 de mayo de 2007. Día 30 de viaje. Un mes. Un servidor se encuentra en Bariloche tras llevar a cabo la ruta de los siete lagos. A esta región la llaman la Suiza de Argentina. ¿Por qué? Supongo que porque se parece a Suiza aunque uno nunca haya estado en ese país. Iré cuando bajen los precios. Creo que tiene que ver con la orografía lacustre, con el chocolate, el de comer, que aquí es famoso, y con que una colonia suiza se instaló aquí. Supongo que ellos sabían lo que hacían si buscaban algo similar a su patria. Se nota en la arquitectura alpina, que digo yo que será alpina porque yo tampoco he estado nunca en los Alpes.

Los cuatro jinetes de la poca leche alquilamos un auto, como le llaman aquí, y en una odisea lluviosa nos fuimos a recorrer la ruta por carreteras de ripio, perdón, tierra, encharcadas, embarradas. Las nubes que rozaban la superficie del agua de los lagos proporcionaban a los escenarios un halo misterioso, una quietud inquietante, un puede que de pronto salga el monstruo del lago X y me coma. Viajamos por esos caminos del diablo, por el valle encantado, donde las formas de los riscos proporcioban a la travesía un tinte todavía más fantasmagórico si cabe. Por si fuera poco, se cayó la matícula del coche. Medio la remendé cuando lo entregué a la casa de alquiler y dio el pego.

Ha llegado el fin de mi deambular con Dustin, Charlie y Anouschka. Nos hemos separado. En fin, todas las relaciones se terminan. Buscabamos destinos diferentes. Aunque puede que la vida o este viaje nos vuelvan a unir en el futuro. Vistas las cosas que ocurren en el mundo...

Y ahora voy a hablar de los que ya no están. Os voy a contar un poquito cómo eran (o son) cada uno de mis compañeros de viaje. Un grupo un tanto heterogéneo que quizá en otras circunstancias no se habría formado.

Dustin, norteamericano (diciéndolo con más propiedad debería escribir estadounidense), 27 años (los cumplió en un viaje de 17 horas de Ushuaia a Puerto Natales), ascendencia húngara. Dustin conoció a Charlie hace tres años en Japón cuando ambos estaban aprendiendo japonés. Aficiones: el surf, el snowboard y todo lo relacionado con los deportes acuáticos. No aficiones: la lectura. Presume de no haberse leído nunca un libro desde la primera página hasta la última. En Palm Beach, Florida, se dedicaba a vender productos farmacéuticos, pero no acababa de sentirse muy a gusto consigo mismo porque, según él, no era del todo legal. Obsesionnes: las matrículas de los coches. De hecho, esa obsesión le costó una noche en la comisaría de Ushuaia. Según él, roba una matrícula de cada país que visitó. Al final, la de Argentina se la tuvo que comprar en un taller en El Calafate.

Charlie, el holandés que no parece holandés, 24 años. Los holandeses son altísimos. Charlie es bajito. Los holandeses suelen ser rubios de ojos claros. Charlie es amarillo de ojos achinados, rasgos asiáticos por todos lados. Su madre es mitad indonesia-mitad holandesa y su padre es mitad chino-mitad inglés, aunque nació en Calcuta. Resultado: Charlie, un ser nervioso, veleta, estresado y estresante. Su padre debe ser millonario porque, pese a no haber trabajado nunca, ya ha estado viajando por Asia (Camboya, Vietnam, Laos, Japón, China, Indonesia, Tailandia) durante un año y ahora le quedan cinco meses por delante en Latinoamérica, además de Europa.

Anouschka, londinense de nombre ruso y familia egipcia. 27 años. Se unió al grupo tras la travesía del Navimag. Es tranquila, sosegada (I don´t wanna rush). Está inmersa en un viaje de un año por Suramérica en que trata de aprender español. Lo malo es que todo el mundo le habla en inglés.

Charlie y Dustin se han marchado a Buenos Aires. Anouschka se ha ido a El Bolsón. Yo me he quedado en Bariloche buscando un poco de tranquilidad este findesemana. I don´t wanna rush. Por lo menos estos dos días. El domingo marcho en un viaje de 19 horas rumbo a Mendoza.

Ayer salí a tomar unas cervezas con un alemán y un israelí. Los padres del alemán tienen una casa cerca de Xeraco. Los del israelí... No los conoce. Nació en Francia y estuvo en una casa de acogida hasta que una familia judía lo adoptó (No vale hacer chistes sobre judíos). Tiene otros dos hermanos adoptados. Uno de brasil y otra de Colombia. Está viajando tras cinco años de servicio militar obligatorio. Pese a todo, dice que Israel es el mejor país para vivir.

Hoy estoy solo. Después... no lo sé.

1 comentario:

Gatokiller dijo...

Jo, si lo único que sabes es hacer viajes emocionantes, embarcarte en empresas de dudoso término y conocer gente interesante con la que vivir o escuchar historias interesantes, desde luego, no estás aprovechando para nada este viaje como guionista... ocelote!!!!