

Puerto Natales. Seis y media de la mañana. Uno se despierta tras unas cortas horas de sueño dispuesto a pegarse cinco dias de caminata por el Parque Nacional Torres del Paine, el que dicen es el mejor parque nacional de Suramérica. El día parece despejado tras dos dias de lluvia incesante. Carretera de ripio rumbo a las torres y uno pega cabezazos contra la ventana al son del movimiento del microbus intentando robarle unos minutos más al día. Por fin abre los ojos. Hace frio, pero el sol brilla arriba. Y, majestuosas, las Torres del Paine, a lo lejos. Hemos tenido suerte. En esta época lo más probable es que no puedas verlas a causa de la niebla, de la lluvia o de la nieve. Aquí os las muestro.
Primer día de caminata y yo, que he acampado dos veces en mi vida, con mochila a la espalda, tienda de campaña, sacos de dormir y esterilla incorporados más comida para cinco dias. 15 kilómetros por delante para ver un glaciar, rompepiernas, arriba, abajo, llano, ahora un riachuelo, ahora hay casi que escalar, después hay que contener las rodillas para no caerte, por aqui resbala, por allí metes la bota en un charco. Duro. Pero llegamos. Montamos la tienda, una para mí solo. Un poquito de chill out con algunos ingleses, americanos y canadienses. Soy el único que habla español de los que caminan por el parque. Dormimos. Se soporta al frio, que solo se empìeza a notar al comienzo de la mañana. Efectivamente, está lloviendo.
Segundo día de caminata bajo la lluvia. Más duro. La mochila pesa más. Mis problemas de espalda reaparecen. Dustin y Charlie no pueden soportar sus dolores en las rodillas. Aún así, conseguimos llegar al campamento. Montamos la tienda y jugamos al poker con los ingleses y demás anglosajones. Esa noche duermo muy mal. Hace frío, mucho frío, tanto que cuando me levanto está todo nevado. Casi no puedo soportar mis dolores de espaldas. Hemos hecho la mitad de la W, el famoso circuito de las Torres del Paine. Nos damos por vencidos.
¿Senderista profesional? Ni de coña. Yo soy senderista de domingo, cuando me levanto, con el bocata y la botella de agua en la mochila (nada más) y durmiendo en un camita de un refugio como mucho. Uno, que es un urbanita. Pese a todo, ha merecido la pena. El parque es espectacular.
A la vuelta a Puerto Natales me entero por un email de que ha habido un terremoto en Chile, unos kilómetros más al norte, cerca de Puerto Montt. Pensándolo bien estaba bien en las Torres del Paine.
Una vez creí que no podía haber mayor coincidencia que lo que me ocurrió a mi en Brasil cuando en un pueblo chiquitito de Brasil me he encontré a una amiga suiza que había conocido en Australia tres años antes. Pero... Charlie, uno de mis compañeros de viaje, por ahora, se encontró en el hostel de Puerto Natales a un tipo de Dinamarca con el que habia coincidido en un viaje en tren en Vienam hace año y medio. Lo peor de todo es que el danés lleva viajando por el mundo desde entonces. Esas cosas tiene la vida.
En estos dias he conocido a Sebastián, un argentino muy majo que trabajaba en el hostel de Puerto Natales, a CP, un americano de origen filipino que se iba a hacer todo el circuito de Torres del Paine (12 dias con la casa a cuestas), a JP, un tipo de Ohio que no podria ser de otro lugar, a Lindsay y Lauren (americana y galesa), que están viajando por toda Suramérica a dedo (hay que tenerlos bien puestos), a Rob y su novia, a Sam, a Natahalie, etc... todos guiris, claro.
Viniendo a El Calafate, una vez más por una carretera de ripio, nos ha impdido el paso una manifestación con hogueras que ha empezado zarandear el bus... Yo apenas me he enterado, entre abrir y cerrar los ojos. Pero hemos estado una hora parados. En fin, en medio de la Patagonia. En Argentina hay manifestaciones por todas partes, ni que fueran del PP.
Mañana, el Perito Moreno.