sábado, 14 de abril de 2007

¿Qué es una emoción?




Una emoción es cuando algo te atrapa y no te suelta, cuando sientes ese cosquilleo en el estómago. O ese nudo. O esa pinza. Una emoción, a veces, es pura adrenalina. Una emoción es coger un avion de 40 años, soportar sus oscilaciones en el aire, un avion chiquito, cuyos asientos ni siquiera estan numerados y con azafatos cincuentones en lugar de las bellas señoritas de otras compañías. Una emoción es pensar que vas a ver un avión con hélices de la segunda guerra mundial. Pero al final no fue para tanto. Sobreviví a cuatro despegues y cuatro aterrizajes y estoy en la ciudad más austral del mundo, Ushuaia.

Un país emocionante es Argentina, capaz de lo mejor y de lo siguiente:

El otro día conocí a Pablo, un madrileño de 35 años que está viajando por Latinoamerica. En su viaje conoció a un estudiante de Odontología que le ha cogido de conejillo de indias. Pablo se va a quedar un año y medio en Buenos Aires a que le arreglen la boca semana a semana.

Bien, pues Pablo me contó que había un ecuatoriano en su hostel, pero un ecuatoriano de esos de familia bien y reloj llamativo en muñeca. Vino a Buenos Aires a hacer un master y mientras buscaba piso se quedó a vivir en casa de un amigo. Olía a plata por todos lados y unos peruanos le husmearon y el ecuatoriano acabó arrodillado con una pistola apuntándole a la cabeza y otra a la espalda. Le quitaron todo, documentacion, dinero, maletas. Pero ahi no termina. Los peruanos después atracaron un banco y dejaron su documentación por ahí. A los dos días la policía argentina va en busca del ecuatoriano y lo mete en la cárcel como principal sospechoso del atraco. Hasta que se soluciona el tema pasa nueve horas en una celda con un hombre que ha matado a su mujer. Lo sueltan y se va a un hostel en San Telmo. Al poco lo vuelven a atracar a punta de navaja. Ya es mala suerte. El pobre se volvió a su país antes de ayer amargado. Eso no es una emoción. Eso es puñetera mala suerte.

Un milagro es lo que le pasó a Bill, un americano que conocimos ayer. Militar, dos años en Irak y no le pasa nada. Bill llegó a Mendoza y en la estación de autobuses un chico le invitó a llevarlo a un hostel. Éste, compinchado con otros dos, le intentan robar la maleta. Bill mide 1,95. Intentó defenderse, pero le dispararon en una pierna. El milagro es que casi no le pasó nada y en dos días le habían dado el alta. Buena suerte dentro de la mala suerte. Bill lo cuenta así. "Two guys came up to me. We started to fight. I was winning. And one of them shooted me". Pese a todo no pierde el sentido del humor y nos invita a cenar.

Una alegría es encontrarte a tu prima cada vez en un lugar diferente del mundo. Nos vimos dos veces esta semana en Buenos Aires.

Una sensación multicultural es haber compartido una sucia habitación de hostel con Juan (colombiano, personaje, aspirante a cineasta), Fabio (brasileño, jipi, vendecollares), Sandro (brasileño, amigo de Fabio, no hace nada en todo el día, macoñero), Sandra (alemana, hace unas practicas no pagadas en Buenos Aires), Max (francés, le gusta la marihuana y el drum n' bass), y Jorge (chileno, tiene todos los discos de rock kalimotxero: Kortatu, Escorbuto, Reincidentes, La polla records).

Una experiencia es conocer a Charlie y Dustin, holandés y americano, en el avión de LADE. Ir al mismo hostel que ellos y después zamparnos un cordero asado fueguino. Anoche salimos. Ellos no regresaron. Ya os contaré qué pasó con ellos porque yo aún no lo sé.

Un sentirse pequeño es estar en el fin del mundo. Entonces todo te parece enorme, gigante y tú una minúscula hormiga en una gran selva.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una emoción, es leer El dominical de El País y ver que sale un reportaje de la Patagonia y de Ushuaia y luego saber que el amigo Modigliani en ese momento también está allí.

Ahora no sé si es la época, pero vas a poder ver ballenas?
Un beso y suerte

Archie

Ernesto Schutz dijo...

Una emocion es escuchar a Diego Torres y su cancion color esperanza