lunes, 9 de abril de 2007

Puesta de sol sobre el Río de la Plata


"Es, ya lo sé, el amor, la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo...". No es mío, ya quisiera. Es de Borges. Tampoco estaba en mi memoria pese a haber disfrutado del argentino. Ya quisiera. Estaba en la memoria de un amigo y en la de mi teléfono móvil. Era carne de sms no antes de las tres de la mañana. Que linda puede ser la memoria y que maldita puede ser la jodía. Antes de ser pasto de sms he decidido compartir esto con vosotros ya que mi amigo la compartió conmigo.

Uruguay. Días tranquilos. Un ferry cruza Río de la Plata rumbo a Colonia del Sacramento. Una línea más en el concurso de países visitados.

A primera vista los uruguayos parecen como los argentinos, pero no. Los uruguayos dicen "ta" para decir "vale", como los brasileños. Los argentinos dicen "dale". Los argentinos beben mate, pero no tanto comos los uruguayos. Éstos tiene dos extraños apéndices unidos a las extremidades de su cuerpo. De la mano izquierda, un termo. De la mano derecha, un mate. Y así horas y horas.

Estuvimos en Colonia, una bonita ciudad fundada por un portugués. Y después visitamos Carmelo, un pueblo fantasma aún más tranquilo cuyos habitantes salen de casa a partir de las cinco de la tarde. En Carmelo el vehículo favorito es el ciclomotor. Los hay de todas las clases y colores, hasta de aquella forma que no podés llegar a imaginar jamás. No necesitan coche. Un ciclomotor de ésos, con media de tres, puede transportar hasta cuatro personas, familias enteras. Sin casco. ¿Qué es eso?

Montevideo quedará para otra ocasión.

De vuelta a Buenos Aires me he pasado un rato a ver a Madonna, cuando Argentina lloraba por ella en lugar de que ella promocionara una línea de diseño de H&M. El cementerio de Recoleta es un lugar para muertos renombrados. Ente ellos, Evita Perón. Demasiado turístico.

"Esperándote con ansia en Plaza Francia..... malditas despedidas, me están volviendo viejo". No lo digo yo, lo dice Calamaro, pero es muy apropiado para todos. Estuve en Plaza Francia, en plena Recoleta, el barrio burgués (como el barrio de Salamanca, para el caso). Como dice un amigo de un amigo que trabaja en un periódico de nombre globalizado: "Anda que el tío progre iba a esperarla en la Boca. No, la esperaba en Recoleta". Pues también es cierto.

Ya tengo billete para Ushuaia. ¿No querías emociones? Pues toma. Vuelo con LADE. Creo que los aviones son con hélices, las sillas de madera y las hechuras del motor de cartón. Un poquito de adrenalina para el cuerpo. Me salía por la mitad de precio.

Creo que el jueves me encontraré con mis primos en Capital. Una vez en Australia, otra en Buenos Aires. Así somos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero que alucine de viaje, y además el diario que haces sirve para que participemos de lo que ves y lo que sientes.
Un dato a mi Diarios de motocicleta me gustó especialmente la sensación de ir libres descubriendo mundo y evidentemente con el Che.
Saludos Archie (merche Pantanal)

Modigliani dijo...

Hola, Merche, el nuestro por Brasil también fue un viaje de alucine. Lo echo de menos. Un beso.

maríajosé dijo...

Murillo, dejate arrastrar por el tango, loco. Bailá! Olvidate de eso que dice tu amigo de que los músicos no bailamos.

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Dicen que el tango murió
pero yo juro que no.
Este aprendiz de país
¿no es acaso un tango gris?

Acaso no es un tango
la pálida pobreza,
pelear el mismo mango
que tu viejo ya peleó.

Acaso aquel amor
que te da vuelta la cabeza
no es mejor que la hamburguesa de cartón?
No te dan ganas, de un buen tanguito
cuando aprobás el exámen de taquito?
Cuando acertás a la quiniela
o tu equipo mete un gol...
Eso es un tango sin glisina y sin malvón.

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Ahí va un beso ultramarino

Gatokiller dijo...

Desde estas cuatro paredes te mando una misiva...

Es un crimen perderse una puesta de sol, no tomarse un café el martes por la tarde con alguien a quien quieres, dejar de hacer un viaje a ninguna parte con buena compañía, coger un avión para ver un único lugar de una inmensa ciudad. Aquí, donde la vista no me alcanza a más de dos metros allá donde mire, te envidio desde lo más profundo de mi amistad, imagino aquello que te ocurre día a día, lugares nuevos y gente distinta. Un día menos para hacer cosas interesantes. Bueno, espero que la cosa vaya a mejor y aumentando esas ganas de volar... de todos nosotros.